jueves, 17 de agosto de 2023

La frontera que divide a nativos y anglosajones

Lac du Flambeau, Wisconsin. Chippewa Falls es el nombre de un pueblo remoto de Estados Unidos, muy al norte, cerca de la frontera con Canadá y uno de los cientos de nombres indígenas de la toponimia estadounidense que se mezclan en América del Norte con palabras en inglés, francés y español, pero es también el nombre de una nación que en 500 años ha pasado de la vida nómada a la reservación.

En Lac du Flambeau, entre bosques de maple, roble y pinos, vive hoy el mayor de los seis pueblos chippewa. A las siete y media de la mañana, la reservación se ve en plena actividad. Los niños caminan por la carretera vecinal 47. Los empleados del centro comunitario indígena comienzan a llegar a sus oficinas, en auto o a pie. En el café Trading Post, que alude a los sitios de comercio franceses del siglo XVIII, los parroquianos hablan ya a esa hora de política local.

Los mil 600 chippewa de la reservación celebran la temporada de elecciones en el pueblo, este mes. Hay carteles en todas partes: en las tres entradas al pueblo, en el museo local, en el edificio del correo, en el supermercado y en las oficinas de servicios comunitarios. Tom Maulson disputa a Michael Allen la presidencia de la localidad.

La calle principal, que atraviesa el centro de norte a sur, lleva hasta uno de los sitios que hacen ampliamente conocido a Lac du Flambeau en Wisconsin: el casino. En un edificio sin terminar de construir, la gente entra y sale; hay máquinas de 25 centavos, de un dólar, de tres de cinco. Sonido de campanitas y humo de cigarro en todo el salón. Funcionamiento continuo las 24 horas de los 365 días del año.

La pesca se practica aquí a escala doméstica. En los pueblos vecinos, con cinco mil a diez mil habitantes, la disponibilidad de instalaciones y equipos para la pesca deportiva despierta la atracción de los aficionados a los deportes acuáticos. La infraestructura de comunidades vecinas contrasta plenamente con la de la reservación. En esos lugares es evidente la inversión de capitales: amplios caminos, hoteles y moteles, restaurantes y museos que evocan tiempos históricos de la vida en la “frontera americana”, la guerra contra los indios en el siglo XIX.

Tanto el casino como la pesca generan discusiones polémicas entre los habitantes de Lac du Flambeau y entre estos y los habitantes de pueblos vecinos. A los integrantes de la comunidad les preocupa el ambiente que genera el casino, pero admiten que es una fuente de ingresos y empleo necesaria por ahora.

A escala regional, la reservación enfrenta acusaciones por sobreexplotación de lagos y lagunas, así como por daños a la fauna marina con la pesca con arponeo, un sistema de los ancestros chippewa, que tiene especial relevancia en los primeros días de la primavera, cuando el termómetro en esta zona registra aún temperaturas bajo cero.

El nombre del pueblo, que traducido del francés al español significa Lago de la Antorcha, refiere a la imagen invernal del lago, captada por los mercaderes de pieles que entraban por ríos y lagos desde el puerto de Quebec, en la costa noratlántica.

En respuesta, los indígenas dicen que pesca deportiva cobra una mayor cuota de peces, aunque las diferencias han llegado a tal punto que los habitantes de los pueblos vecinos han organizado manifestaciones de protesta en Minocqua, a 15 kilómetros al este de la reservación, portando carteles en los que piden la prohibición de la pesca con arpones.

“No entienden nuestro método ni tampoco nuestra cultura, nuestro pasado y nuestros valores”, expresó el candidato presidencial del pueblo, Michael Allen en una entrevista. “Nosotros creemos en el círculo de la vida: la madre tierra nos da el espíritu. Para nosotros la conservación de estos lugares es la protección de nuestra propia vida”, agregó.

Territorios y autoridades

A pesar de ubicarse en una zona rural remota, los territorios indígenas no están aislados, hay acceso por medio de uno o más caminos pavimentados. En las entradas a la reservación -en un área de 230 mil metros cuadrados- no hay cercas. Tampoco las casas están bardeadas.

En las áreas tribales no solo hay población indígena, sino también individuos de otras razas. Unas 700 personas, que poseen cerca de 50 por ciento del territorio, han venido de fuera para comprar lotes a orillas de las reservas de agua. La presencia de “no indígenas” da pie a la constitución de un gobierno “no indígena” que coexiste con la autoridad tribal de Lac du Flambeau y cuenta con su propio edificio de gobierno o town hall.

La mayoría de la población indígena en el país vive en las 276 reservaciones dispuestas en 31 de los 50 estados de la Unión. El mayor número de ellas está en California, con 96, pero el área tribal más grande está en Arizona, con unas 20 mil hectáreas. Oklahoma, donde viven las poblaciones nativas trasladadas de los estados del este en el siglo XIX, no tiene sistema de reservaciones. Allá, los indígenas han tomado control de los gobiernos del condado, establecidos sobre la demarcación tribal que fue originalmente asignada hacia la década de 1830.

El sistema de reservaciones, así como la relación entre las poblaciones indígenas y el gobierno de Estados Unidos, son fenómenos complejos, basados en tratados de mediados del siglo XIX. En el caso de los chippewa y otros grupos étnicos autóctonos afincados al noroeste de los lagos Michigan y Superior, el pacto data de 1854.

Aunque los chippewa perdieron autoridad sobre mil kilómetros cuadrados, retuvieron el derecho de cazar, pescar y recolectar vegetales en los territorios arrebatados mediante la guerra, bajo sus propias leyes.

Definidas como naciones soberanas frente al gobierno de Estados Unidos, los indígenas poseen sus propias leyes de gobierno; la mayoría de las tribus han redactado constituciones en las que establecen las bases de sus relaciones internas y con el exterior. “Unos estamos en Wisconsin, otros en Minnesota e inclusive en Canadá; somos como cualquier otra nación en el mundo”, indicó Maulson. Las tribus tienen el derecho de constituir su propia autoridad policial; pero en muchos casos, incluyendo Lac du Flambeau, existen acuerdos que permiten la intervención de los cuerpos de seguridad de los estados o el gobierno federal.

Hogar y adaptación

La creación de reservaciones se remota al siglo XIX, durante la expansión al oeste de las colonias anglonorteamericanas, pero sus antecedentes se hallan en el periodo colonial.

Fue en Massachusetts donde las autoridades coloniales decidieron por primera vez la reubicación de los indígenas en cuatro localidades, sin distinción de etnias. El contacto entre indígenas e ingleses en esa región ocurrió a principios del siglo XVII; actualmente es uno de los 19 estados donde no hay reservaciones.

Historiadores y sociólogos señalan que la demarcación de las reservaciones sirvió originalmente para aislar a las tribus de los pueblos colonizadores; ahora se dice que estos sitios son un medio para la adaptación progresiva de las comunidades indígenas al sistema económico y cultural estadounidense.

Para los indígenas, señaló Tom Maulson, el otro candidato, la reservación es el medio en el que los indígenas “podemos correr libres, pescar, cazar, recolectar”. La tierra y los lagos son la base de sustento económico de las naciones indias, dijo por su parte Roxane Dunbar Ortiz, dirigente de la Asociación Indígena Mundial, reconocida ante los foros de la Organización de Naciones Unidas. “La conservación de las reservaciones como medio para el desarrollo económico es necesaria para mantener vivas las culturas indígenas”, puntualizó.

Con el apoyo del gobierno federal, los indígenas han podido construir nuevas viviendas. El automóvil es un bien básico de cada familia, aunque muchos de los vehículos son viejos; la tienda de Lac du Flambeau no tiene productos de lujo y su fachada es opaca como la de un bodegón. Los indígenas en Estados Unidos tienen bajo ingreso familiar promedio y esta reservación no es la excepción.

No obstante, afirmó Maulson, “hay avances... hace 50 años no era así; también nosotros tuvimos que recorrer largas distancias a pie y había menos fuentes de ingreso. Para sobrevivir, la clave de todo ha sido educar a nuestra gente. Ahora podemos decir con orgullo que nuestros hijos están recuperando el uso de la lengua indígena; esto nos mantendrá unidos”.

Texto: Guillermo G. Espinosa

Publicado originalmente el 12 de octubre de 1992 en el diario Excélsior de la Ciudad de México.



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